Doce son los días que lleva la ¿mitad? de la ciudad en silencio. Un silencio abrumador, un silencio más atronador que una bulla.
El silencio como el que deja la Soledad en su entrada un Sábado Santo.
Un silencio colectivo y voluntario. Un silencio más que obligado. El poder y la supremacía es lo que tiene. Aplasta y silencia.
Es un silencio de sumisión y “a-sumisión”. Sinónimo de debilidad.
Un silencio cobarde.
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Días de silencio en solitario y sin apoyos.
Es el silencio del ascensor cuando coincides con el vecino incómodo.
Sevilla, mañana juegas de nuevo. Continua con tu senda, sigue tu ritmo y aquí acaba todo hasta la próxima. Ya es costumbre. Tu sigue gritando.
Es el grito del TRABAJO, es el grito en el campo que es, Sevilla, dónde a ti te gusta hablar.
¡VAMOS SEVILLA!