La violencia de género con demasiada estética política.
Nos pasa a todos que nos creamos prejuicios anticipados cuando nos disponemos a leer un libro, ver una peli o una serie. Simplemente leyendo la sinopsis o viendo una portada o una imagen ya tenemos el prejuicio creado.
Esto fue lo que me pasó cuando leí la sinopsis y vi un pequeño trailer de La asistenta, en Netflix.
Otro dramón sobre el maltrato donde quieren dejar al hombre a la altura del betún como hijo del mismísimo diablo. Y de paso, vendrán legiones feministas abanderándose de la serie.
ERROR. Ni una cosa ni la otra. Ni maltrata la imagen del “hombre” ni podrán las legiones de féminas, feminos y femines abanderarse de nada aquí.
¿Qué vamos a ver? (Sin spoilers).
Esta miniserie de Netflix , historia autobiográfica de Stephanie Land, es de las que de vez en cuando Netflix saca arriesgando su contenido.
Como sucediera con Atypical o Sex Education (de esta última tenemos pendiente un profundo análisis), esta miniserie de 10 episodios está al alcance de sus usuarios desde el 1 de octubre y está inspirada en la autobiografía superventas del New York times Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive, de Stephanie Land.
Una inconmensurable Margaret Qualley, interpreta a Alex, una madre soltera que recurre a limpiar casas para huir de la relación abusiva que mantiene con su novio y padre de su hija Maddy. Curiosa es la relación que mantiene con su madre Paula, y también madre de la protagonista en la vida real, Andie MacDowell. Papelón el suyo.
Emociones
Alex nos atrapa desde el minuto uno, nos conmueve su vida, el amor y protección por su hija, su incesante lucha por salir adelante y no ser arrastrada al agujero y al abismo de la gente tóxica que le rodea. También nos agobia con esos planos cerrados y oscuros que nos dejan casi sin aire para respirar y hacen que esta miniserie, dónde la ficción supera a la verdadera historia, nos llegue aún más.
Con un guión donde los propios personajes van creando su propio guión, atractivo y dinámico, La Asistenta brilla en la interacción entre sus propios personajes.
Políticamente muy correcta.
Lo mejor de La Asistenta es que está lejos de vomitar ninguna tendencia ideológica o de aleccionar al telespectador, ya que trata prácticamente por igual la violencia de género como otro tipo de problemas y enfermedades de nuestra sociedad que nos pueden arrastrar a la situación familiar que se refleja en la miniserie.