Nunca más me hables de que somos iguales, nunca más porque no lo somos, porque no lo fuimos y nunca lo seremos.

Y no hablo del plano deportivo, que en eso la distancia está más que demostrada a lo largo de la historia, de los jugadores y de los títulos. Hablo del ser, de las formas, el saber estar y el saber vivir.
Porque la guasa es unidireccional a su antojo, porque todos están contra ellos, porque son unos pobrecitos graciosos. Y se escudan en eso para dar rienda suelta a toda su miseria, a todo lo que llevan aguantando, que no es poco.
Justificar lo injustificable, no condenar un hecho deleznable y culpabilizar a la víctima, queriendo convertirse en víctimas ellos.
Comunicados llenos de «sí, pero» y de «no, es que». Falsedad con caretas puestas, que duran poco y acaban dejando ver a su verdadero ser. Dando un verdadero ejemplo deportivo al mundo.
Mofarse de la agresión a un compañero, en reiteradas ocasiones. En caliente y en frío. Y no uno ni dos, TODOS riendo la gracia. Jugadores, directivos, periodistas del club, aficionados… Y si todos se toman a broma lo ocurrido y actúan igual, es que todos son así.
Usando las redes sociales como arma peligrosa y luego pasa lo que pasa. Un lugar lleno de pseudónimos y de valientes, valientes hijos de… que aparecen cada X años o que ya nadie les sigue las gracias y hace tiempo que dejaron de ser graciosos. Un esperpento todo.
En la vida no todo vale, y como no vale todo, NUNCA más me hables de que somos iguales. Que nadie diga nunca jamás que somos iguales. ¡Nunca jamás!
Deja una respuesta