
I
Ya huele a Sevilla, huele a su primavera.
Sus calles llenas de esas flores, que por olores, traen la cosa buena.
Semana Santa y Feria, Sevilla, ¡qué manjar! ¡qué época tan bonita, la que acompaña al azahar!
II
Azahar que perfumas el aire de mi sevillana primavera, ¿recuerdas cuando, de niña, por tus calles no paraba de corretear? ¡Qué tiempos aquellos!
III
La fe se vuelve fiesta,
la mantilla, mantón,
la marcha del tambor, repiqueteo de castañuelas.
De todo ello testigos, los naranjos en flor.
Rocío C Gómez
En abril llegaba al pueblo el afilador con su flor de azahar prendida en el ojal. Marcaba el inicio de la primavera. En su motocicleta sacaba filo a tijeras y cuchillos. Nos reuníamos a su alrededor a escuchar sus historias truculentas. Eran los tiempos sin televisión ni tantas otras cosas.
Calila
No poder dejar de mirarte. La única razón suficiente para saber que te amo.
Ángel Salgado I
De blanco repleta, como una novia, de flores tu corona. El cielo azul, de ese azul que enamora.
Repican las campanas al llegar la aurora y huelo tu perfume a deshoras.
Dime tú, forastero, cómo no puedo estar enamorado de esta joya, a la que solo la primavera se atreve a robarle parte de su gloria.
Ángel Salgado II
Respirar para disfrutarte.
Respirar para estornudarte.
Breve poema del alérgico en primavera.
Ángel Salgado III
Aquel olor embriagante aún vive en mi memoria.
Frente a la habitación de mi abuela el azahar en flor atraía cada atardecer miles de insectos, podía contarlos y aprendí a diferenciarlos, cada vez que sentía el aroma corría veloz hasta sus ramas esperando conseguir algún bicho nuevo.
Manuela Sánchez
¡Pero qué preciosa estás, ataviada con tus mejores galas! Tu fragancia impregna el ambiente, sin duda, es envolvente. Déjame colocar en tu pelo esa diadema con flor de azahar, para verte más bonita si cabe. ¡Oh mi Sevilla!
Patricia Delgado
I
El azahar cayó en mi pelo.
Olía a lo que sentía cuando lo miraba:
primavera, nervios, y algo que aún no sé nombrar.
II
La flor de azahar duró poco,
como ese mensaje suyo a las tres de la mañana.
III
Pasé por el naranjo y el viento me llenó de azahar.
Cerré los ojos. Pensé:
así debe oler lo que no se olvida.
IV
Tenía las manos frías,
pero el azahar le temblaba entre los dedos
como si el mundo aún no supiera de despedidas.
V
A veces el viento me trae tu voz,
Zambullida en tardes que ya no vuelven.
Ahí, entre flores blancas de azahar
Huele el recuerdo a promesa rota.
Aromas que aún duelen,
Respiro, suspiro y te pienso.
Anita
Cada abril, el azahar estalla sobre el mantengo en flor, como si Sevilla no supiera guardarse nada. El aire se espesa de memoria y promesas. Caminar por sus calles es entender que la belleza, a veces, también pesa. Y huele. Y vuelve.
Nemesio Laverde
I
Rimarte, soñarte, sentirte. Solo es primavera si estás presente.
II
Flor que alborota el naranjo y mi alma.
Juanma García
