ACTO SEIS
Sus celestes ojos cansinos demuestran que ha sido demasiado para él, siempre suele tomar una siesta a media tarde. Bosteza y talla uno de sus ojos, tiene ganas de ir a dormir y por un momento, no saber nada de criaturas o de encierros, lo que más quiere en este mundo es a Mayo, pero no está, así que se conforma con su recuerdo.
«La hermosa princesa permanece dormida, acechada por un dragón que la somete, la priva de su libertad, sin embargo, el príncipe ha pasado por muchas desventuras para vencer a la feroz criatura y su recompensa es un beso, uno dulce y entregado que hace vibrar el corazón de la princesa y ésta despierta. El beso… Es esa magia, la promesa de un amor divino.»
Lya se abraza de manera innata ante la figura de su creador y una vez más, le pregunta.
“¿Vendrá alguien a rescatarme de ti? «.
*
Se quedó prendido ante los ojos del otro ser. Siniestro sonrió. Todo era demasiado hermoso para ser realidad, era más una pesadilla repleta de colores y de luces que podían cegarle en la gigantesca oscuridad que reinaba a su alrededor.
«Hay quienes cuentan, seres que existen sólo cuando los pequeños como tú duermen, que ganas el universo con él, o que lo pierdes por completo. Que puedes convertirte en un rey o un príncipe por su encantamiento a la luz de la luna, inclusive observar mundos a través de ellos, como medir la tersura que perduran en las almas, como en los corazones. Deseo saber los secretos que anidan en tu ser, sólo así sabré, también cuan tersa es tu alma.»