
Nada, mira que intenté esconderme entre aquel cochero del parque, pero ahí estaba él, que no se le va ni una. Me pilló tomando la foto. Y su mirada era de pocos amigos. No leí sus labios, no hizo falta: nos vemos el lunes en mi oficina…
Patricia Delgado
Cuando papá apareció con su traje gris con botones dorados y charreteras en los hombros, todos creímos que le habían dado un puesto importante en la empresa. Solo se trataba de ser cochero por Sevilla.
Cuando no había turistas, íbamos todos en el coche como si fuéramos de feria.
Arancha Naranjo
Bajo la fresca sombra,
la incesante caló.
Tras un largo paseo,
rendidos los dos.
Ángel Salgado I
Una vuelta en calesa
por la ciudad más bella.
Tú, y el calor que no cesa,
en mi corazón hicieron mella.
Se te veía colorada,
con tu carita encendida,
Me quedé de ti prendada
y ya para toda la vida.
Ángel Salgado II
«Qué ciudad más fresquita», bromeó con el cochero.
Ángel Salgado III
Un botellín fresquito y agua para mi caballo…
Ángel Salgado IV
I
Su buen amigo necesitaba un descanso. Pronto volverían a retomar el paso para seguir descubriendo los misterios más increíbles que las calles podían ocultar.
II
¡Ay de ti! Que de tanto trote te estás quedando en los huesos.
¡Ay de él! Que parece no tenerte en consideración.
Pero no te preocupes, poco a poco la historia virará para pedirte perdón.
III
Hércules te edificó,
Julio César te cercó de muros y torres altas,
Y el cochero te llevó por la ciudad más bonita de España.
Rocío C Gómez
Con la caló que jace aquí y yo con el tío pesao éste detrás.
Que digo yo que sé podría ir a su casa a dar cabezás a su casa y dejarme en la cuadra a la fresquita.
Porque aparte de cuatro locos sin un duro ¿quién va a salir a la calle un quince de agosto a las cuatro de la tarde, miarma?
La Renacida
I
-¡Taxiiiiii!
II
La impotencia del caballo se le pegó al caballero y ambos perdiendo la sonrisa al galope.
III
No me siento un buen consejero
Ni siquiera lo pretendo
Pero viendo la cara del cochero
Bien necesita unas vacaciones
Y cambiar la gorra por un sombrero.
Juanma García
Recuerdos de tranvía, de gorras de plato y camareros de blanco impoluto. Niños corriendo tras un balón para matar el hambre y el vino a granel en cualquier calle.
Hoy solo quedan las imágenes del pasado. De un pasado infinitamente más feliz.
El Mendigo
La calle empedrada era angosta y larga, cada día a él le parecía el mismo, parecía estar atrapado en el tiempo. El cochero, llamado Luis, llevaba años conduciendo su carruaje por esas calles sin fin. Pero una noche, mientras atravesaba una oscura esquina, escuchó un susurro escalofriante. El viento soplaba con fuerza y las sombras se alargaban. De repente, un misterioso pasajero subió al carruaje, vestido de negro y con ojos penetrantes. Luis sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras los caballos aceleraban sin control. ¿Quién era ese extraño pasajero y hacia dónde los estaba llevando? El suspense llenaba el aire mientras el cochero luchaba por mantener el control de sus caballos. Finalmente, lograron detenerse en un antiguo cementerio. El pasajero desapareció en la oscuridad y Luis, temblando de miedo, decidió abandonar su trabajo como cochero. Desde entonces, la calle empedrada quedó como un recuerdo perturbador en su mente, recordándole que algunas cosas deberían permanecer en la sombra.
Manuela Sánchez