
Con tres puntos que pueden ser más o menos interesantes, pero sobre todo, con lágrimas en los ojos. Así despedimos a Jesús Navas del Ramón Sánchez Pizjuán.
Último partido de la leyenda sevillista, del Campeón de Los Palacios, del niño de los ojos verdes que se hizo hombre levantando títulos desde su banda derecha.

Acompañado de sus hijos y de toda la plantilla, en la cual hoy, había alguno que no había nacido cuando él debutó, Jesús Navas se ha despedido de su afición y la afición de él en una simbiosis perfecta.

Del partido, Bueno, qué decir: el MVP ha sido Manu Bueno, sirva la redundancia provocada, uno de esos niños que han crecido en sevillista en la Ciudad Deportiva mientras Jesús Navas levantaba títulos y más títulos allá con la camiseta que ha jugado. Campeón de Europa por duplicado, del Mundo, de la Nations League, de “solo” cuatro Europas League, una Premier, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, una europea, y dos copas de la Liga inglesa… Poca cosa.
Si volvemos a lo que se ha vivido hoy en Nervión, solo podemos quedarnos con Jesús, el resto es un conjunto de niños que no dan la talla por sí mismos, un conjunto de extranjeros que no valen salvo los minutitos puntuales de Lukebakio en la derecha y un entrenador que, sin valer para un Sevilla FC grande, demasiado está haciendo con la plantilla que le han “regalado”.
Mala primera parte y mejor en la segunda pero por la no comparecencia del Celta que en los segundos 45 minutos no ha hecho prácticamente nada.
Tres puntos que nos sirve para adelantar al Celta y encaramarnos al undécimo puesto, igualando a Girona y Rayo Vallecano. Pobre aunque agradable, esperando lo que se esperaba…

De la sanción a tres de nuestros canteranos, quizás hablemos otro día.
Se marcha y para siempre Don Jesús Navas González del Sevilla FC y del fútbol. Este que escribe no lo sacaba en el Bernabéu ni loco, aunque seguro que el palaciego querrá jugar sus últimos minutos como profesional.
