Salía de casa, no muy temprano. Con la mochila medio vacía. Una libreta, un viejo bolígrafo recargado, una toalla y algo de beber.
Se montaba en su bicicleta de paseo, con la cesta llena de vidrios retornables que se le olvidaba llevar de vuelta al supermercado.
La música siempre en sus oídos, canciones de autor, rock nacional y carnavales en su repertorio habitual.
Casi nunca repetía camino, salvo en esas épocas en las que acababa en el mismo destino esperando encontrarse con ellas.
Llegó a trazar infinitas rutas desde su punto de partida, con diferentes escenarios, luces y ambientes.
A veces, competía consigo mismo por ir más rápido. No por llegar antes, eso no le importaba. Disfrutaba del camino de maneras inesperadas.
Al llegar, sin bajarse de su bicicleta, inspeccionaba el lugar en busca del paraje perfecto. Cuando lo encontraba, no sin algunas dudas, tendía su toalla en el césped.
Una vez allí, se dejaba llevar. Permitía que todo fluyera, de dentro a fuera, sin compasión.
Si el sol apretaba mucho, buscaba alguna sombra para cobijarse. La sombra justa para poder disfrutar del sol.
Cuando la noche caía sobre él y la cita no había terminado, alargaba el tiempo bajo la luz de alguna vieja farola.
Al final, recogía todo y se montaba en su bicicleta, rumbo a casa, con la libreta llena y el alma en ella.
Archives for junio 2021
Creencias vs Realidad
Esto iba a ser un tuit pero me estaba quedando largo…
Las creencias VS La Realidad
Esos roles que nos asignamos casi sin darnos cuenta y que nos sirve para capear el temporal y justificar esas cosas injustificables pero que nos ayuda a engordar el ego aunque sea con falsas expectativas.
Cómo os decía, esto comenzó siendo un tuit, pero su brevedad chocaba con la cantidad de palabras que se acumulaban en el teclado de mi móvil sin más repercusión que las de salir a la luz de una manes u otra.
¿Por qué el ser humano es así? Me pregunto…
¿Por qué nos autoconvencemos de algo a sabiendas que no son verdad si luego la hostia de realidad es más dura? Me sigo preguntando… y así se vuelven a acumular preguntas sin respuestas y respuestas sin preguntas que nos llevan de la mano a alcanzar una conclusión tan dura como cierta.
Sáquenla ustedes mismos…
Mendigando
Hoy me atrevo a escribir de día, en los huecos blancos de una manida publicidad que ha caído planeando desde una de las terrazas de bloque de pisos de enfrente de mi encartonada Morada.
No hay mucho hueco; tampoco necesito explayarme. La calor aprieta, el sol se hace presente, latente y muy potente y las mascarillas parecen sogas bien atadas y apretadas a los gaznates de todo el que circula por delante del mendigo de la calle, mientras esquivan el cartelón de petición de limosna para el cartón de tinto de hoy. Sin excusas, sin inventos.
Los veo y pienso qué están haciendo con sus vidas; horas perdidas planchando esas camisas de marca que les ha costado un riñón por llevar bordada la marca de un tío, como si de una res se tratase, horas interminables enganchados al iPhone; llamadas, mensajes, redes sociales para decir pamplinas, arreglar un mundo caótico inmerso en el propio caos que genera la propia humanidad, manillas de reloj que se desgastan de dar vueltas u vueltas y más vueltas mientras los poseedores de los pelucos corren y corren y siempre llegan tarde a todos sitios. Y mientras, mi duda es: ¿me siento o me tumbo en mi esquinita con mis cartones a contemplar la vida?
Respiro y soy consciente de ello; miro y soy receptor de miradas, unas buenas, otras de asco, pero consciente de todas y cada una de ellas; sonrío ante una breve escena familiar delante de mis narices, en la primera fila del patio de butacas de un teatro donde todas las entradas son mías y los actores interpretan una vida que no desean solo para mí.
La vida se les escapa mendigando placeres superficiales por el qué dirán los demás y así, así pasan días y días y acumulan arrugas y más arrugas, canas y más canas, depresiones y ataque de ansiedad que derivan en infartos, pastillas, arritmias y toda clase de efectos nocivos para sus organismos cuando veo caer una menesterosa moneda. Buen momento para ir a saludar a mi amigo el morito de la esquina y que Simón, el del Don, no el Ángel de La Morada, me haga compañía un buen rato.
Traten de ser felices y no la mendiguen…
Microrrelatos del 3
De multitud me llegan a acusar,
sin mí,no hay segundo número par.
Cuando llego, a la vencida será.
A mi hora, la alondra cantará.
Si falto más veces, embarazada está.
Si no quiere caldo, tantas tazas tomará.
Soy el número tres,
me presento ante usted.
Ángel Salgado
Cuenta las veces que te caíste, las mismas que te levantaste, unas veces con una mano para apoyarte, otras con ese nadie que siempre está presente.Cuenta las veces que lloraste, y aquellas lágrimas que secaste. Tres fueron los abrazos que me diste antes de marcharte.
Mayte Valverde
Buscándole tres pies al gato me encontré con tres patitas pa’un banco que aunque dicen que tres son multitud, Los Mosqueteros parecían en número perfecto.
Medalla de bronce para ti y que viva el 3 (x4)
Juanma García
Ese aroma
Hasta allí llegó el aroma que la transportó, sin preveerlo, a ese rincón que aguardaban acurrucado en la memoria de sus recuerdos. Ese rincón estaba tan cuidado, tan mimado que todo lo que allí moraba era tan delicado que nada ni nadie podía emborronarlo.
Ese olor que entraba hasta lo más profundo de sus vivencias cuando aún peinaba dos colas… Cómo un olor puede evocar esas vivencias que creías olvidadas, sin recordar que estaban allí, en su lugar especial, en silencio, esperando el momento justo para hacerse notar en el presente de un pasado añorado.
Olor a Sevilla, a barrio, a volver cualquier esquina de cualquier calle y ver esa maravilla trepando por encima de una tapia cualquiera, embriagándote con su inconfundible belleza aromática.
Si piensas en Sevilla, en verano, en noches de calor con abanico en mano, en velaita de Santa Ana, entonces irremediablemente te transportará al lugar exacto de esa borágine de recuerdos, como si de nuevo estuvieras allí mismo, con la misma gente, la misma inocencia y las mismas ganas de crecer para luego arrepentirte de haberlo deseado tanto.
Hecha la ley, hecha la trampa
Una semana más ya está aquí el #Moradeo, el lugar dónde conocemos el significado y el origen de las expresiones de nuestro día a día. En esta ocasión analizamos “hecha la ley, hecha la trampa”.
El significado es conocido por todos, se usa para denunciar que ante la aparición de cualquier norma de inmediato surge una estrategia para evitarla sin riesgo aparente. [Read more…] about Hecha la ley, hecha la trampa